El Barrio que queremos: acciones y prácticas de cambio urbano
- Clara Arbiol i Gonzalez
- n. 17 • 2014 • Instituto Paulo Freire de España
- Visto: 7895
El Barrio que queremos: acciones y prácticas de cambio urbano
Clara Arbiol i Gonzalez, Universitat de València
Desde hace un tiempo estoy interesada en la ciudad como espacio de conflicto y también de creación. En este interés por la ciudad he ido aproximándome desde diferentes planos: desde un plano más teórico a partir del estudio de las aportaciones que la sociología y la antropología urbana hacen a la experiencia de vivir en la ciudad he ido moviéndome hacia otro donde me fijo en esta experiencia de vivir en la ciudad para poder pensar, junto con otros, en nuevas formas de relación con la ciudad y entre las mujeres y hombres que lo habitamos. Muestra de este interés es el texto que escribí en esta misma publicación en 2010, en aquel momento bajo el título “Buscar la relación educativa a la ciudad: una propuesta de movimiento” mostraba cómo había iniciado el movimiento del que hablo, un movimiento que es de quien mira y de cómo mira, un desplazamiento que ha supuesto una transformación importante en mi trabajo de investigación. Tomo este texto como punto de partida, por eso habrá algunas resonancias. Lo tomo como punto de partida porque me sirve para situarme en el territorio de la experiencia. Es esto lo que me interesa: cómo la experiencia viva nos puede ayudar a pensar la ciudad como un espacio de relación y también como un espacio de creación política y es esto lo que intento mostrar en este texto. Me fijo en la experiencia viva de algunos barrios de la ciudad de Valencia que actúan como laboratorio de prácticas políticas y ciudadanas. Un laboratorio en su sentido formativo como un espacio donde ensayar formas posibles de vivir en común. Y lo que intento mostrar también en el texto es una relación con la teoría que me ayuda a ver, porque este es el sentido de la teoría: las palabras que nos ayudan a ver tal y cómo he aprendido de Luisa Muraro. Palabras que me ayudan a pensar aquello que vivimos en esta experiencia de creación. En este caso las palabras que me ayudan a ver son diversas pero fundamentalmente las encuentro en el pensamiento de Hannah Arendt alrededor del concepto de Acción y el pensamiento de Antonia de Vita alrededor del concepto de la Creación Social, estas dos filósofas me regalan las claves que me permiten mirar la experiencia de los barrios sin agotarla, sin intentos de clasificar ni categorizar, sino ayudante a ver. Todas las experiencias que iré nombrando a lo largo del texto son de barrios de la ciudad de Valencia pero no dedicaré espacio a contar qué ha pasado en los barrios, la literatura en este sentido es abundante e interesante [1]. Para poder dar espacio a las experiencias y con la voluntad que este sea un texto en conversación y en crecimiento sólo daré algunas pistas que me sirven para pensar, invito a quien lee a visitarlas y explorarlas.
1. La contraciudad capitalista: mecanismos de negación y conflicto.
La anti o contraciudad –presentada frecuentemente como no-ciudad- es en el momento actual, el que vemos desarrollarse como centralización sin centralidad, renuncia a la diversificación funcional y humana, grandes procesos de especialización, producción de centros históricos de los que la historia ha sido expulsada (...) Todas estas dinámicas –trivialización, terciarización, tematización- abocan en una disolución de aquello urbano en una mera urbanización, interpretada como sometimiento sin condiciones a los imperativos de determinadas ideologías urbanísticas. Esto que se opone a la ciudad está todavía en las morfologías residenciales segregadas y repetitivas que vemos extenderse en las periferias metropolitanas, o en los atractores aislados consagrados a la práctica desconflictivizadora del consumo y del ocio, que funcionan como colosales máquinas de simplificar y sosegar la agitación que es consustancial a cualesquier definición de aquello urbano.
(Manuel Delgado, 2007:60)
La ciudad es un espacio de conflicto, el capitalismo despliega diferentes mecanismos que modifican la ciudad y la experiencia que de ella se tiene. Utilizaré la clasificación de Josep María Montaner (2006) para articular los mecanismos a través de los cuales el capitalismo ejerce un proceso de negación de la relación a la ciudad, estos tres mecanismos de negación por parte del capitalismo continúan todavía hoy presentes y se hacen muy patentes a la ciudad de Valencia.
El capitalismo modifica el espacio de la ciudad a través de un ejercicio de separación en primer lugar, un proceso de segmentación funcional que localiza actividades e identifica zonas de la ciudad tematizándolas. Así hay concentración del ocio y el consumo, concentración de la información y su gestión, concentración de la acumulación de capital. La ciudad deviene un mosaico en que se yuxtaponen segmentos funcionales entre los cuales el intercambio y la comunicación cada vez es más difícil. La especialización funcional modifica la cotidianidad de las habitantes y los habitantes de las ciudades. Lo que sucede con esta segmentación funcional es un proceso de localización también de la miseria y la pobreza. En Valencia hemos asistido a procesos de tematización de determinadas zonas que bajo la prometida de revitalización han visto como el mercado inmobiliario se apoderaba de los barrios con la expulsión de sus habitantes. Los alrededores del complejo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias son un ejemplo o el proceso de especulación que hizo de la huerta de la Partida del Pouet de Campanar una zona de viviendas de alto coste. Y es que otra de las consecuencias de la segmentación funcional en las ciudades es la criminalización del otro, el otro, la otra se convierte en un otro extraño. Otro fuera de lugar. Porque la homogeneidad funcional marca socialmente el espacio reclamando una tranquilidad hecha de lo que es igual. El otro deviene extranjero.
En segundo lugar, el capitalismo niega a través del olvido. En el caso de la ciudad de Valencia el ansia por conseguir una marca de ciudad es un ejemplo de cómo se va abandonando aquello que conforma la vivencia de la ciudad -plural, diversa, conflictiva- para crear una imagen única vacía de toda memoria popular. Así la imagen de la ciudad de Valencia ha dejado de ser la huerta que la rodeaba para acontecer la marca del último macroevento que se celebra. La búsqueda de la imagen para la ciudad esconde el progresivo paso hacia la ciudad imagen: una ciudad de escaparate que ansía ser contemplada desde fuera, mientras va vaciando el dentro. La arquitectura tiene un papel importante en la construcción de la ciudad, pero también la destrucción de la memoria de la ciudad, así en las ciudades europeas contemporáneas hay cada vez más una arquitectura que lejos de arraigar con lo que es, se sitúa por encima, como flotando. Una arquitectura desarraigada que a la vez desarraiga. Una arquitectura de lo uno masculino singular que ignora la vida y la práctica humana del espacio que ocupa. Una arquitectura, por cierto, que representa un coste elevado en la ciudad, cómo hemos visto en la ciudad de Valencia. La progresiva destrucción de patrimonio en la ciudad es también una muestra de este proceso de derrota y amnesia urbana. Barrios, calles, que se dejan caer o se derruyen: Ciutat Vella, La Punta, el Pouet de Campanari, El Cabanyal, el Marítim, la lista de barrios que han sufrido el efecto devastador de la construcción de la Valencia competitiva es larga. También la destrucción, en la ciudad de Valencia de la huerta periurbana que le daba identidad. Lo que se destruye con la destrucción de la huerta como lo que se destruye con la destrucción de barrios no es sólo una pérdida de patrimonio agrícola o urbanístico, es la destrucción de formas de vida, tradiciones, cotidianidades, sentidos, historias personales y familiares.
Las calles de la ciudad son un indicador de las memorias y también del olvido: así dar un vistazo a los nombres de las calles de la ciudad, a los monumentos o las plazas nos muestra las presencias y ausencias de una ciudad que homenajea o condena al silencio. La ciudad, sin embargo, es un espacio de diversidad de memorias y sentidos. Y en los intentos para conformar un nosotros homogéneo, en que subsumir esta diversidad no se puede sino encontrar el conflicto con aquellas ciudades que no se dejan atrapar en una única. Porque valencias hay muchas, recreadas en diferentes experiencias. Por eso a veces, alguien cambia los nombres de las calles: renombrando, dando presencia a las mujeres o a los colectivos que no tienen espacio en los callejeros urbanos.
El tercer mecanismo de negación es la expulsión, con la ciudad imagen, la ciudad de la simulación crece también la ciudad incómoda: aquella que concentra la miseria, aquella que se muestra conflictiva o que reacciona a las agresiones, aquellos barrios que responden, los colectivos que denuncian los mecanismos depredadores o las habitantes que historicamente han poblado los barrios de la ciudad amenazados por la especulación. Los mecanismos de gentrificación (David Harvey, 2000; Mongin, 2006) comporta el desalojo, la expulsión de las habitantes y los habitantes que pueblan un barrio y que ven como éste es sometido a un proceso de remodelación que sube el coste del suelo al que no pueden hacer frente, junto con el desmantelamiento de los servicios y recursos de los barrios, vivir se vuelve difícil, cuando no imposible, para algunas familias que tienen que abandonar. El desalojo va acompañado de violencia ejercida de diferentes maneras: presencia policial en los barrios: cómo relataban las vecinas de la Punta, acoso constante por parte de los intereses inmobiliarios: como relataban los vecinos del Pouet de Campanar. Otra forma de ejercer violencia es someter en un barrio en un proceso de degradación sistemática: así ha estado en el barrio del Cabanyal donde el proceso de abandono, de desatención se encuentra con el deseo del vecindario de mantener un barrio digno. Así se van construyendo zonas de la ciudad en las que se concentra la pobreza y la miseria desplazada, estos son espacios en que la exclusión se vuelve seña de identidad. Frente a la expulsión, la ciudadanía ha generado respuesta, así la creación de una plataforma que dedica su acción a parar los desahucios ha puesto en cuestión los procedimientos de acoso a que sometían a las habitantes las entidades bancarias y las fuerzas de seguridad. La forma de actuar de la plataforma es la convocatoria de mujeres y hombres a la vivienda que está a punto de ser desahuciada, así se impide que se haga efectiva. Han parado un gran número de desahucios y han recibido el apoyo de diferentes colectivos.
La ciudad también expulsa cuando acontece espectáculo. La ciudad de Valencia ha sido suyo de diferentes macroeventos que han supuesto un gasto irreparable para la ciudad, una ciudad que se dedica al exterior desatendiendo a quien la habita, volviéndose hostil para sus ciudadanas y ciudadanos. En los últimos años hemos asistido a una aceleración del acontecimiento: Visita del Papa en 2006, Encuentro Mundial de las Familias en el mismo año, La celebración de la Copa América, el circuito de Fórmula 1... acontecimientos para los que la ciudad se vuelca: se dedican una parte ingente de los recursos públicos a estas celebraciones que en poco revierten en la ciudad; se cierran vías de circulación para configurar circuitos preparados que conectan los principales puntos turísticos, se cierran al paso de ciudadanas y ciudadanas calles, partes de barrios de la ciudad:
Las intervenciones públicas y privadas en la ciudad turística suelen centrarse en los aspectos más superficiales, remodelando las zonas de centralidad e interés y dejando en el olvido el resto del territorio.
(Carolina del Olmo, 2004:71)
En Valencia se ha creado la “Ruta del Despilfarro” como un gesto de denuncia hacia todo este gasto fátuo. Es una ruta organizada por los diferentes espacios donde el gasto público se ha destinado a otros intereses que no eran los de atender las necesidades sociales: escuelas en barracones, centros de salud sin acabar... y los grandes monumentos creados bajo esta lógica del macroevento.
Además, hay una relación entre macroeventos y represión en las ciudades que habitamos, cuando una ciudad se prepara para acoger un acontecimiento que presumiblemente atraerá turistas, medios de comunicación, tiene que cuidar que las presencias incómodas no estropean el espectáculo. Así son conocidas las ràtzies represivas que acompañan acontecimientos como los juegos olímpicos; tenemos un ejemplo bien cerca con Barcelona 92 (Carolina del Olmo, 2004). En los meses y días anteriores a las celebraciones se producen detenciones de mendigas, prostitutas, personas que viven en la calle, colectivos que protestan, las invitaciones de la policía a quitar pancartas y banderines de los balcones que puedan comprometer este falso consenso que justifico el gasto energético, de recursos que supone la ciudad espectáculo.
A pesar de todo, como decía el poeta Miquel Martí i Pol, hay una remor que resisteix, este rumor está en los movimientos que se han ido creando como respuesta a estos mecanismos de negación. Un movimiento que muestra el espacio de la ciudad como: pura potencialidad, posibilidad abierta de juntar, que existe sólo y en tanto alguien lo organice a partir de sus prácticas, que se genera como resultado de acciones específicas.(Manuel Delgado, 2004:9)
2.El barrio que queremos es el barrio que deseamos: la acción como creación de ciudad.
El hecho de que el hombre sea capaz de acción significa que cabe esperar de él lo inesperado, que es capaz de realizar lo que es infinitamente improbable.
(Hannah Arendt, 2005:207)
Dice Hannah Arendt que es a través de la acción que se presenta el sujeto, la respuesta a quién es el sujeto es la acción de que este es capaz. Una respuesta por otro lado que siempre es nueva, que siempre toca lo inaudito. Este es el poder revelador de la acción: el de mostrar quién es quien la sostiene. Querría pensar la acción en los barrios y ciudades de la mano de las palabras de Hannah Arendt, en este deseo de encontrar las palabras que me ayudan a ver. Así es a través de la acción que diferentes colectivos y agrupaciones –algunas más formales y duraderas y otras espontáneas- se muestran y se presentan en el terreno de lo común. Y a la vez, y aquí me parece que radica algo importante de la acción, es a través de ella que se va conformando el que las convoca. Lo que muestran las experiencias de los barrios es esta performatividad de la acción que muestra el deseo de barrio, de ciudad que la sostiene y la crea. Y la crea en un sentido siempre nuevo. Esta capacidad de novedad de cada criatura humana de la que habla Hannah Arendt (2005) es también la posibilidad que la acción colectiva tiene de crear una experiencia nueva de ciudad.
Uno de los ejemplos que quiero traer al texto es lo del barrio de Benimaclet, un antiguo pueblo independiente convertido en barrio y situado al noroeste de la ciudad de Valencia. Ha sido un barrio de huerta que ahora recupera de la mano de las vecinas y los vecinos esta tradición. Es un barrio que crece cada curso con la llegada de estudiantes universitarias de las comarcas del País Valenciano por su proximidad a las universidades públicas de la ciudad. Es un barrio históricamente reivindicativo. Creó al 2010 la plataforma Benimaclet Viu que agrupa diferentes colectivos del barrio, asociaciones, entidades, escuelas de Infantil y Primaria y centros de Secundaria; vecinas y vecinos en un tejido de relaciones assambleario y participativo. La acción de Benimaclet Viu es una acción colectiva pero en este colectivo el nosotros no es un nosotros fagocitador sino que se muestra la diversidad y a veces la divergencia presente en el encuentro. Desde el inicio, esta red de relaciones se ha mostrado en sus creaciones. Creaciones que podríamos denominar, jugando con el lenguaje creacciones porque tienen esta vertiente de invención y a la vez de campo de experiencia en que se va revelando el sujeto que la sostiene.
Una de las primeras actividades que dieron a conocer esta plataforma fue la creación de la Universitat Lliure de Benimaclet [2], esta no es una invención nueva, hay otras universidades libres en otros barrios y espacios en todo el mundo. Pero de lo que se trata es de recrear desde la experiencia de los barrios: allá reside la novedad, en la posibilidad de crear desde sí. Desde lo que hay en el barrio como saber que se pone en juego y desde lo que las mujeres y hombres formulan como pregunta. La presentación de la Universitat Lliure fue un momento bonito de intercambio, así vecinas y vecinos dijeron de una manera espontánea qué podían aportar: conocimientos de lenguas, conocimientos de mecánica, literatura, educación popular, derechos laborales; todo sin esperar nada a cambio. El formato de la Universidad libre también es diverso: hay ciclos de conferencias donde se busca alguien que ayudo a pensar alrededor de una problemática determinada, en este contexto se ha trabajado alrededor de la alimentación, alrededor del consumo, alrededor del territorio. Últimamente se ha trabajado alrededor de las reformas penales, la reforma del aborto, los Centros de Internamiento de Extranjeros. Por otro lado, los talleres donde el intercambio y el regalo de saber es más patente; los talleres de teatro del oprimido, de economía crítica y el de enseñanza de valenciano para el que un gran número de estudiantes de filología catalana participa de forma voluntaria. Y es que esta es una cuestión clave en el formato de universidad libre: el intercambio libre de saberes y conocimiento. La posibilidad de abrir un espacio de formación donde el contenido tiene que ver con los problemas e intereses que se viven entre el barrio, donde poder aprender con otras y otros sin contrapartida. Otra creación de Benimaclet Viu es la fiesta Estellès en que se ocupan las calles del barrio para leer poesía pero además es un espacio donde se encuentran personas muy diferentes: niños, grandes, mujeres, hombres... un espacio hecho de presencias diferentes que se encuentran en reconocimiento. Benimaclet ha sido uno de los primeros barrios de la ciudad en recuperar la huerta: ocupando un terreno de una entidad bancaria para crear huertos urbanos que gestionan las vecinas y vecinos [3]. La creación de los huertos tiene una fuerza simbólica importante: son huertos que nacen en la ciudad que ha ido devorando la huerta, como hacer nacer la vida donde antes había muerto, pero además el hecho que los terrenos donde ahora están los huertos sea de una entidad bancaria todavía da más simbolismo a la acción. Tienen los huertos este poder de resignficar el espacio urbano. Pero además alrededor de los huertos ha crecido una red comunitaria de trabajo y de relación que alimenta la vecindad.
Hay otros ejemplos de creaciones a otros barrios: la resignificación de los espacios de los solares a ciudad vieja donde se han creado espacios de encuentro y actividades culturales como el Solar Corona [4] en Ciutat Vella. También en el barrio del Cabanyal hay experiencias en este sentido, todas con un carácter reivindicativo y creativo.
La acción es siempre comienzo, dice Hannah Arendt que esto significa acción: tomar la iniciativa, iniciar algo. Es siempre algo nuevo: És sempre quelcom nou: en la propia naturaleza del comienzo radica que se inicie algo nuevo que no puede esperarse de cualquier cosa que haya ocurrido antes(2005:207). Esta novedad siempre va acompañada de la mediación necesaria para entrar al mundo, así hay que hacer un puente con aquello que hay antes. Así lo que hay a Benimaclet Viu, pero también en otros barrios es la recuperación y revitalización de redes que existían y sostenían el barrio. Y estas redes son las asociaciones vecinales que se reinventan y también las redes de vecindad que se hacen visibles. Que se reconocen. Porque para empezar algo nuevo hay que hacer un ejercicio de reconocimiento de qué es aquello que nos da sentido, no para reproducirlo ni repetirlo sino para poder reconocer los orígenes. También porque esta novedad pueda nacer. Porque todo inicio es saberse en relación.
Antonia de Vita (2012) ha desarrollado la hipótesis teórica de la creación social, la cual define como:
aquella disposición teórica que encuentra una traducción concreta y práctica, en la cual los sujetos consiguen ser autores de de saberes y de competencias en un movimiento inspirado en el reconocimiento de los sujetos más que en la apropiación capitalista de los conocimientos(20).
La dimensión creativa de los contextos aparece pues en esta capacidad de disponer el que es para hacerlo fructificar. La creación como decíamos no está en la invención de algo desarraigada y sin origen, sino en la capacidad de mover y organizar los recursos con que vivimos para crear algo que no existía antes. Parten de aquello que hay para ir más allá.
La acción necesita del relato: Acción y discurso están tan estrechamente relacionados debido a que el acto primordial y específicamente humano debe contener al mismo tiempo la respuesta a la pregunta planteada a todo recién llegado: <<¿Quién eres tu?>>(2005:208). Es en el relato que se va creando esta respuesta, es en la búsqueda del discurso, de la palabra que diga la experiencia que se va haciendo esta. Por eso contarse es tan importante en estas iniciativas, buscar la manera de hacerlo. El relato, sin embargo, necesita de palabras que sean fieles, porque para preservar la novedad, el inicio que toda acción reclama, esta no puede ser leída desde otro lugar que no sea la misma experiencia. Porque es un inicio siempre nuevo, la acción necesita de la búsqueda de su medida, una investigación que se puede hacer a través del relato sabiendo que este siempre es un relato inacabado. Pero un relato necesario, decíamos, no sólo porque la acción tenga palabra para decirse sino porque además se pueda decir a alguien, a otras. Un relato que tiene que tener el efecto de hacer nacer nuevas experiencias.
3.El barrio que queremos es el barrio que se estima: prácticas de relación para el cambio.
La ciudad se abrió ante nuestros ojos con la fascinación de un descubrimiento: algunas de nosotros que la habíamos despreciado, que habíamos tenido el deseo de huir o que habíamos sentido vergüenza por su degradación, finalmente nos dábamos cuenta de su belleza, del mismo modo que habíamos comprendido la belleza de la relación con la madre.
(Di Salvo, Anna. 2004:33)
Hay dos creaciones que me parecen interesantes de traer aquí, son dos creaciones que muestran el aprecio y la dignidad con que las vecinas y los vecinos viven los barrios. Son dos celebraciones en que los barrios invitan a visitar. Una es Cabanyal Portes Obertes [5] en que el barrio del Cabanyal se convierte en un espacio abierto donde se muestran creaciones culturales, lo que es interesante de esta propuesta es que significa una invitación a la ciudad a visitar el barrio y hacerlo entrando a las casas que tienen las puertas abiertas para mostrar la vida de un barrio que continúa digno. La otra es en Benimaclet y también es una celebración: Benimaclet T’estime [6], una muestra de todo lo que de vivo, alegre y combativo –como las palabras del poeta Estellés- tiene. Benimaclet t’estime es una declaración de amor por el barrio, que se muestra desde las diferentes creaciones que a lo largo del año tienen lugar, reuniendo múscia, talleres, danzas, exposiciones pero también reivindicaciones y denuncias.
Así, el barrio que queremos es también el barrio que estimamos. El barrio del que vecinas y vecinos tienen cuidado, en que se implican desde el deseo de un barrio mejor. Y lo que crean vecinas y vecinos convocadas por este deseo son prácticas de cambio. Reseguir la experiencia de los barrios, fijarnos en las creaciones, mirar la acción que tiene lugar nos permite ir encontrando prácticas vivas de cambio urbano. Dice María Milagros Rivera (2011) que en la práctica se encuentran experiencia, invención y conciencia. La experiencia es también la experiencia pasada, la experiencia que como decía nos puede ayudar a iluminar, a iniciar nuevas experiencias. La experiencia que necesita, para que pueda hacer este pasaje formativo, del discurso, del relato, del contarse. Necesita ser puesta en palabra, contada para poder ir más allá. Entiendo que la invención es lo que hay siempre en la acción. Una invención que no nace de la nada, sino que está alimentada por la experiencia y el saber que podemos obtener de ella. Una invención que siempre es sostenida por alguien, en este caso por algunas y algunos que tienen el deseo de crear y acompañar. Por eso en la acción siempre hay novedad, porque la novedad está en la posibilidad de recrear desde sí. Y a la vez siempre hay origen: esta experiencia que alimenta y sostiene. Entiendo la conciencia como la capacidad de estar atentas al presente, ser capaz de hacerse cargo de lo que acontece.
Lo que intento hacer mirando estas experiencias como laboratorios de creación es poder identificar las prácticas que sostienen el cambio que están recreando vecinas y vecinos. Pero identificar las prácticas no con la voluntad de definirlas, hay algo en estas prácticas que no se deja atrapar. Sin embargo, es importante hacer un ejercicio de reconocimiento e intentar encontrar las palabras para ponerlas en el mundo aunque sea de forma incompleta. Quizás esta forma incompleta tiene que ver con la necesidad de encarnar las prácticas para darles sentido.
Hay en todas estas experiencias una práctica de la presencia. De la presencia de los cuerpos en relación. Un ser presentes haciéndose cargo del que se acontece. La presencia tendría que ver con esta capacidad de ser de verdad. Formando parte del que es. Y a la vez dejar ser, tal y cómo dice Chiara Zamboni (2009) disfrutar de la presencia tiene que ver con dejar ser y dejarnos ser. Con una capacidad de ponernos en relación que posibilita que nos pase algo. La práctica de la presencia en los barrios tiene esta doble vertiente: por un lado hay una parte más activa en que se hace algo, se participa de lo que se pone en juego y por otro lado hay una parte más pasiva que tiene que ver con este dejarse decir. Y esta segunda vertiente que tiene que ver con una disposición a la relación es la que nos cuesta más de sostener. La presencia es una práctica porque hay que hacer un trabajo con una misma, con un mismo para poder ser presente: tengo que disponer algo en mí para poder estar allá recibiendo y dejando ser. También porque para poder participar hay que hacer algo, hay que tomar la iniciativa.
Hay también una práctica del intercambio, un intercambio libre y sin demandas que sostiene muchas de las creaciones. Cuando no se espera contrapartida lo que se da es un regalo, así el intercambio tiene este componente amoroso de quien regala. Y el amor es amor por la relación que se crea en este intercambio. También amor por aquello que se regala, así que los saberes, las habilidades o los conocimientos que las vecinas y vecinos tienen resultan valiosos porque pueden regalarse y compartirse con otros. Son valiosos también para hacer barrio. Una de las cuestiones importantes que Alessandra de Perini indica como claves en la vecindad es justamente el intercambio de saberes y experiencias entre los habitados de la ciudad sin separaciones de competencias (2004:32).
Hay una práctica del cuidado, que se extiende en las calles del barrio pero también a las otras y los otros que los habitan conmigo. Un cuidado que se manifiesta en este deseo de ver un barrio limpio, un barrio saludable. Y también al preocuparse por la otra y el otro con quien vivimos. En Benimaclet, desde la plataforma Benimaclet Viu se puso en marcha una campaña que llamaron “Ruta Segura” implicando los comercios del barrio en la cura de las criaturas, los comercios que participan tienen una pegatina indicadora que forman parte de esta “ruta segura” de forma que si una niña o un niño necesita algo -atención, pipí, agua, ayuda- puede ir a pedirlo allá. Hay en esta práctica del cuidado la semilla de la práctica de la vecindad en que me hago responsable junto con otros del barrio y también asumo una responsabilidad con el otro, con la otra. Este es un cambio importante respecto del rol en que la ciudad capitalista nos coloca con los otros y las otras. El otro, bajo esta práctica de la vecindad, dejar de ser un extraño para mí y se convierte en alguien, sujeto de relación. Alguien con quien tengo algo a ver, algo a hacer.
Una de las notas señaladas de las relaciones que yo podía percibir entre las participantes de Benimaclet Viu era una práctica de la escucha y el diálogo, allá diferentes voces tenían lugar. Y tenían escucha y resonancia. Esto no quiere decir que no hubiera conflicto, justamente porque hay una escucha de verdad y porque hay diálogo el conflicto puede aparecer, como también la divergencia y la discrepancia. Pero es que forman parte de la relación, sino sería una dinámica plana sin más. Alessandra de Perini (ídem) indica que la escucha de los deseos y las necesidades profundas de las mujeres y hombres que habitan la ciudad es clave para esta relación de vecindad, para cuidar la ciudad.
Y finalmente, hay otra práctica que quiero señalar como importante en este arte de la vecindad que está cambiando los barrios y la ciudad, es la práctica de la respuesta. La respuesta –y no reacción- que este deseo de vida digna, saludable y bonita en los barrios hace hacia la negación capitalista de la ciudad. Una respuesta que tiene múltiples formas creativas. Que no se limita a la denuncia sino que crea contextos de experiencia donde vivir otra vida, donde poder recrear y experimentar qué significa la relación, que significa la escucha, que significa la presencia y el cuidado. Contextos de experiencia donde hacerse responsables de nuestras vidas con otras. Las creaciones que he ido anunciando son experiencias de respuesta. Y son experiencias de respuesta y no de reacción porque han requerido un tiempo de gestación, porque han nacido del hacerse cargo del que se acontece y de la escucha del deseo profundo:
Entre la pregunta y la respuesta debe existir, de mediar, un vacío, una detención de la mente, una cierta suspensión del tiempo. Por varias razones, mas ante todo por ésta que ahora señalamos: que el corazón debe asistir, en todos los sentidos de la palabra, al acto de responder a algo. Porque responder es responder ante algo, presentarse ante algo. Y sin la asistencia del corazón la persona nunca está del todo presente.
(Zambrano, María. 2011:150)
Estas experiencias nos muestran un espacio donde se encuentran presencias diversas, porque hay diversidad de actividades frente a la separación; nos muestran como el recuerdo y la memoria, la resignificación pueden ganar terreno al olvido y nos muestran la solidaridad frente a los intentos de expulsión. Responder es responder ante la ciudad y el barrio, y hacerlo con la asistencia del corazón, poniendo todo el ser en el acto de ser presente. Son los barrios que se hacen y recrean con la asistencia del corazón lo que están cambiando la ciudad.
Referencias
Arbiol Gonzalez, Clara (2010) “Buscar la relació educativa a la viutat: una proposta de moviment” a Rizoma Freiriano. Núm 7
ARENDT, Hannah (2005) La condición humana. Barcelona. Paidós
DE PERINI, Alessandra (2004) “Veïnes” a BUTTARELLI, Annarosa; MURARO, Luisa i RAMPELLO, Liliana Dues mil una dones que canvien l’Itàlia. Xàtiva. Edicions del Crec i Denes editorial. Pàgines 27 a 32.
De Vita, Antonia. (2012) La creación social. Relaciones y contextos para educar. Barcelona. Laertes.
DEL OLMO, Carolina (2004) “Poco pan y mucho circo: el papel de los “macroeventos” en la ciudad capitalista” a Archipiélago núm 62. Pàgines 69-80
DELGADO, Manuel (2007) Sociedades movedizas. Pasos hacia una antropologia de las calles. Barcelona. Anagrama
DI SALVO, Ana (2004) “Una ciutat feliç” a BUTTARELLI, Annarosa; MURARO, Luisa i RAMPELLO, Liliana Dues mil una dones que canvien l’Itàlia. Xàtiva. Edicions del Crec i Denes editorial. Pàgines 33 a 36.
HARVEY, David. (2000) Espacios de esperanza. Madrid. Akal
MONGIN, Olivier (2006) La condición urbana. La ciudad a la hora de la mundialización. Buenos Aires. Paidós.
MONTANER, Josep M. (2006) “Vulnerabilidades urbanas: separar, olvidar, deshabitar” a NOGUÉ, Joan i ROMERO, Joan (Eds) Las otras geografías. València. Tirant lo Blanch pàgines 353-367
Rivera Garretas, María Milagros (2011) “Ella es demasiado libre. La revolución del tiempo y del amor” a Duoda Estudis de la diferencia sexual. Núm 41. Pàgines 46-64
Zamboni, Chiara (2009) Pensare in presenza. Conversazioni, luoghi, improvvisazioni. Napoli. Liguori Editore.
Zambrano, María (2011) Notas de un método. Madrid. Tecnos
[1] En este sentido hay un gran número de trabajos desde la sociología, la arquitectura, la política que se han ido desarrollando. Los trabajos de Ernest García y Emérit Bono, de los talleres de arquitectura que coordina Fernando Gaja, los textos literarios que Carme Miquel ha escrito que hablan del que ha pasado en Valencia y al País Valenciano, también los materiales Vivir l'Horta, una propuesta didáctica... todo son ejemplos de trabajo alrededor de los procesos de degradación, especulación y destrucción que han sufrido muchos barrios de la ciudad. Pero hay también el relato que se ha hecho desde los mismos barrios y los movimientos que se fueron creando: así por ejemplo Salvem el Cabanyal (www.cabanyal.com) la Plataforma por Russafa (www.russafa.org) o la plataforma Per l'Horta (www.perlhorta.org) han ido creando su relato, con un estudio riguroso y esmerado de las situaciones que han ido viviendo. Este relato que los mismos movimientos crean desde sí es todavía más interesante para poder comprender qué pasa en la ciudad de Valencia.
[2] La información es accesible en el blog creado: http://ullbenimaclet.wordpress.com/
[3] http://www.huertosurbanosbenimaclet.com/
[4] http://solarcorona.wordpress.com/
[5] http://www.cabanyal.com/nou/portes-obertes/
[6] http://trobada2010.blogspot.com.es/p/benimaclet-testime.html