Roma Tres. La aurora de la política
- Federica Giardini, Valeria Mercandino, Roberta Paoletti
- n. 8 • 2010 • Instituto Paulo Freire de España
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Roma Tres. La aurora de la política
Federica Giardini, Valeria Mercandino, Roberta Paoletti
Con Valeria y Roberta hemos decidido poner por escrito algunos pensamientos, después de tres meses de intensa movilización en la que participamos en la Universidad de Roma Tres. Trabajamos juntas mucho tiempo, empezando por las clases del curso cuyo programa decidimos modificar, transformándolo en un momento de discusión sobre la Universidad y los problemas que iban surgiendo. Sin embargo, desde el principio y paralelamente al curso, aparecieron los momentos de manifestación en la calle, la confrontación con otros grupos estudiantiles organizados, hasta llegar a la decisión de encontrarse cada miércoles en un grupo de discusión.
RP: el empujón inicial ha sido la sensación de tener algo que decir. Cada un@ había alcanzado un grado tal de exasperación que nos empujó a movernos. Circulaban demasiadas palabras sin orden ni concierto. Recuerdo la vergüenza en Alemania cuando me preguntaban: pero, ¿como podéis votar todavía a una persona así? Puede que perteneciera a una minoría, pero sentí la necesidad y el deber de manifestar mi descontento. Además, creo que hoy en día se considera la acción de expresarse sobre todo, si no exclusivamente, como un simple derecho que se puede utilizar o no. Se ha perdido la responsabilidad que, por otra parte, está íntimamente ligada a éste.
FG: una de las peculiaridades de este gran movimiento reside en la participación de chicos y chicas que, hasta el momento, no habían tenido experiencias de política organizada. De hecho hubo momentos de discusión, cuando no de tensión, entre l@s que tenían esa experiencia y l@s que iban descubriendo junto a l@s demás el significado de la política.
VM: recuerdo una de las primeras asambleas que reunió a tod@s l@s estudiantes de la Facultad de Letras y Filosofía. Nos pidieron, a un compañero y a mí, que nos presentásemos pero como los de las “clases alternativas”. En esa demanda percibí, más allá de la invitación a participar, la solicitud a que nos identificásemos como los que participaban en la movilización, pero con una “espontaneidad”, considerada poco política o superficial.
Para mí, como para l@s otr@s, movilizarse desde los problemas de la Universidad ha significado partir de un terreno conocido, del que tenía experiencia, lo que me legitimaba a hablar. De esa forma ha sido automático enfrentarse, no sólo a los problemas de la Universidad, sino a los de la sociedad en la que vivimos.
RP: por ejemplo, nos dimos cuenta de que la ausencia de un estatuto de l@s estudiantes reflejaba lo que estaba aconteciendo: se piensa poco en los que estudian y nos percibimos concebid@s de una forma que no nos gustó. La formación universitaria, se nos ha hecho más evidente, es una formación que nos permite vivir la cotidianidad de una forma más activa y conciente. No es algo abstracto, ni algo instrumental (la mera y muy decantada profesionalización), ni un amasijo de información que sólo debemos asimilar. En breve, podíamos pensar por fin en la Universidad como uno de los lugares de la sociedad. La participación nos ha situado de forma inmediata distantes de la política que apuesta todo al poder demagógico de la palabra.
VM: una parte importante de esta experiencia ha sido tocar con la mano, experimentar, cómo tomar la palabra frente l@s otr@s no es tan evidente. Quiero decir que siempre he tenido la sensación de que me resulta difícil “hablar en publico”, pero en estos meses me di cuenta de que es una cuestión clave y que toca a much@s, chicas y chicos. Es verdad que para una chica pueden existir algunas dificultades, como una falta de costumbre cuando no una idea latente: de todos modos habrá alguno que lo dirá por mi. Sin embargo, vi también a muchos chicos que, cuando se decidían a tomar la palabra, se encontraban más seguros leyendo un texto escrito.
RP: sin embargo, yo haría una diferencia cuando se trata de tomar palabra en una asamblea. Me parece que l@s que toman la palabra se sitúan en una posición de desventaja, porque tienen que superar la desconfianza de quienes escuchan. Quede dicho que decidí tomar palabra porque hacía falta. Estábamos haciendo algo importante que necesitaba encontrar una voz propia.
FG: sin embargo, siempre estuvisteis entre aquellas que cuidaron la redacción de los textos que circularon en las asambleas.
VM: Pero los documentos nacieron en las discusiones de grupo. Hay diferencia entre hablar en un grupo y en una asamblea, tienen ritmos distintos. En una asamblea parece que tengas que exponer un comunicado relámpago.
RP: de hecho, me sale mejor expresarme cuando tengo un momento para mí, cuando se alterna el tiempo de la palabra y el de la escucha. Existe una forma de hacer política que consiste en llevar hacia la palabra, hacia la expresión, a los que asisten, en lugar de imponerle una posición pasiva respecto a l@s que ya tienen ideas. De esa forma quien habla no lo hace para lucirse, sino porque tiene algo que decir.
Esta forma de escuchar, tanto como la de hablar, ha sido uno de los signos femeninos de este movimiento. Digo femenino ya que inicialmente noté que los chicos tenían dificultad. Parecían a gusto sólo cuando se proponían como lideres, mejor si solitarios.
VM: por ejemplo, un amigo, seguía siempre la idea del momento, sin pararse a reflexionar. Al principio ni escuchaba cuando le pedíamos que se parara a pensar, a discutir sobre lo que había que hacer. Sin embargo, para nosotr@s el meollo de la cuestión no residía en moverse en contra, sino en experimentar otros ejercicios de movilización que, luego, se han revelado también otros estilos de vida. Por ejemplo, escuchar, cuidar cada momento de los encuentros, también ha logrado que otr@s pudieran salir de su timidez, hasta darnos contribuciones significativas. Los chicos, después de aquel primer momento de desorientación, también participaron con este ritmo. Uno incluso, ha reconocido hasta tal punto que esta forma surgía de las chicas, que propuso el nacimiento de un movimiento machista.
FG: creo que existen los elementos para explicitar el significado que tiene ahora para vosotr@s la experiencia de hacer política...
VM: para empezar, si la política no es una experiencia directa y cotidiana, no hay política que valga. Si yo no hago política, entonces no puedo pensar en que me representen. Además, al enfrentarse con temáticas importantes, el conocimiento se ha vuelto algo que ya no está despegado de la vida: se puede crear conocimiento y política sobre las emociones, sobre las relaciones. Se puede hablar en términos filosóficos de lo que nos toca. Por otra parte, me parece que este lugar, finalmente, me resulta familiar, y yo a él. A veces me paran para pedirme información sobre lo que está pasando, eso significa que estamos dejando una huella que l@s otr@s reconocen.
RP: Esta actitud femenina que ha sido adoptada, ha permitido volver a considerar la formación y el conocimiento como un bien común, que se genera a través de la participación, que está atado a las experiencias que hacemos juntos. Ésta nos parece la forma más eficaz para substraerlo a las lógicas individuales e instrumentales del mercado. También la revisión de la relación entre profesores y estudiantes hace de la Universidad un lugar donde es posible re-elaborar y producir, y no sólo adquirir pasivamente. Esto - sobre todo cuando se trata de filosofía - hace que la Universidad se vuelva un lugar de la palabra que ya participa en la sociedad.
Valeria Mercandino estudia Filosofía en la Universidad de Roma Tres, ha sido una de las promotoras del S.A.P. - Seminario Autogestionado Permanente
Roberta Paoletti se ha licenciado en Filosofía de la Cultura en la misma Universidad, ha sido una de las promotoras del S.A.P. - Seminario Autogestionado Permanente
Desde Calle Aduana 88, marzo de 2009
Traducción: Ana Ruiz y Loris Viviani